La cultura de mi empresa ha cambiado, ¿me reconvierto como empleado o me voy?

La pandemia trastocó como nunca los cimientos de muchas organizaciones y no todos estamos dispuestos a adaptarnos. ¿Cómo actuar?

El cambio de la cultura organizacional puede ser un proceso difícil y complejo, que requiere la participación activa de los directivos para que los trabajadores acojan el proceso como algo natural.

Para Miguel Capurro, Director de Capital Humano de Randstad Argentina, la cultura de una organización es algo que se construye con el tiempo y entre todos. En este sentido, «pensar que la cultura cambió repentinamente y tengo que considerar si me bajo del barco porque no estoy de acuerdo, hace pensar que nos perdimos unas cuantas señales de cambio en el camino, o peor aún, que nuestros valores nunca estuvieron alineados con la cultura organizacional de la empresa. Tal vez, pensaría cuáles fueron los pasos y movimientos que se dieron a través del tiempo que generaron que un día me levante y diga: cambio o me voy. Esto seguro está asociado a algún disparador y ahí es donde mi sugerencia sería la de escanear emocionalmente lo que me está pasando y ver cómo mis valores personales se ajustan a los de la organización. Este gap es la clave».

No obstante, en el escenario actual, dice Capurro, «las empresas han tenido que apelar a cantidad de creatividad y dedicación para continuar operando y, seguramente, gran cantidad de las acciones tomadas no pudieron ser comunicadas de la manera correcta. El consejo entonces es no rumear tanto y avanzar. Empujar el chango, que los melones se acomodan solos; y si son huevos te vas a enterar».

La pandemia ha despertado en muchas organizaciones la necesidad de adaptarse a un nuevo escenario. Estos cambios no han sido solo cosméticos, de forma, sino que tienden a modificar su cultura organizacional, su ADN. Según Sergio Meller, fundador y director de Meller, consultora regional especializada en liderazgo, todo cambio implica un desafío personal, animarse a salir de la zona de confort, encontrarse con la incomodidad de aprender algo nuevo, reconocer ignorancia, animarse a probar y aprender de los tropiezos. «Estos desafíos nos

invitan a poner en juego cierta dosis de coraje. Salir de la teoría y pasar a la exploración, al ensayo y error, y a la transformación», expresa.

Adaptarse no es lo mismo que acomodarse pasivamente al espacio que te dan. «Implica una transformación del ambiente, de la realidad. Un cuestionamiento al status quo, una apropiación de ese espacio. Es una invitación a desplegar tus capacidades y a desarrollar nuevas para transformarte y transformar tu entorno», sostiene Meller.

Pero ¿por qué es tan importante la cultura de una empresa? «Porque va a impactar en la motivación de los colaboradores –dice Miguel Alfonso Terlizzi, presidente de hucap-, en el sentido de pertenencia, en la productividad, en la marca empleadora algo cada vez más valorado por las personas a la hora de pensar en un cambio laboral y también en situaciones donde, por ejemplo, pueda ser producto de un cambio en la cúpula de la dirección, traspaso generacional en organizaciones más pequeñas pueda producirse un cambio cultural que haga que los colaboradores se planteen la posibilidad de seguir o no en la empresa, en función de cómo ese cambio cultural impacte en la misma o parcial o totalmente contrario a lo expresado».

En algunos casos, el cambio es explicito, es decir, se plantea que se va a comenzar a trabajar en un programa de cambio y desarrollo organizacional y cultural, con el objetivo de profesionalizar la empresa, de incrementar la productividad de los colaboradores y de los procesos intervinientes. Y otras, es implícito. Comienza a verse en el día a día y puede ser «positivo o no positivo», según Terlizzi.

Las razones que pueden llevar a una persona a tomar la decisión de cambiar de empleo son muchas y muy variadas, y ésta puede ser una de ellas sumamente válida. «Sobre todo cuando estamos frente a cambios culturales que no consideramos sean positivos ni para la empresa ni para nosotros como parte integrante»

En línea con lo anterior, Sebastián López, Director Técnico en Nawaiam, plantea que tener un autoconocimiento profundo de cuáles son mis habilidades conductuales y en qué contextos puedo sentir mayor comodidad u oportunidades para desenvolverme o cómo soy de forma más natural, es clave para comprender qué tan compatible y qué grado de motivación me genera el contexto en la empresa donde me desempeño.

«Pensar qué quiero alcanzar o desarrollar como objetivo profesional a partir de cómo soy y las oportunidades que me brinda la empresa, poder detenerme a pensar u observar para identificar estas cuestiones permite tener mayor claridad si la relación con la empresa donde trabajo resulta beneficiosa en el crecimiento laboral», expone. «Adaptarse siempre implica un costo, emocional o de movilizarse de la famosa zona de confort, pero no a cualquier precio, sino que facilite un crecimiento y aprendizaje».

El rol de la organización

Si bien los procesos de adaptación a una nueva realidad requieren capacidades individuales, las organizaciones también pueden contribuir significativamente a que esto ocurra. Meller propone algunas formas:

• Generar una cultura de exploración que habilite e incentive a las personas a aprender, innovar, equivocarse, pedir ayuda y aprender de los errores.

• Brindar las herramientas y dotar a las personas de nuevas capacidades y herramientas para lidiar con la nueva situación.

• Desarrollar un estilo de liderazgo donde los jefes acompañen y potencien el desarrollo de sus equipos, les transmitan confianza y brinden seguridad psicológica a las personas.

• Cazar al elefante por partes: iniciar con cambios parciales que permitan a las personas procesar los impactos del cambio, ganar confianza y adquirir nuevas destrezas.

• Medir el progreso y ajustar permanentemente el plan de acuerdo con los resultados obtenidos, (mejora continua – aprendizaje continuo).

Todo es cuestión de tiempos

Terlizzi destaca que desde hace unos años las empresas comenzaron a desarrollar veloces procesos de cambio impulsados por la cada vez más acelerada era de la transformación digital.

Según él, estos cambios no son para cualquier persona. «Para aquellas que continúen con la esencia humana y generalizada de preferir permanecer en su zona de confort o resistirse al cambio, la opción de irse es una decisión personal y de vida, y lo más probable, es que la empresa buscando adaptar las estructuras, no tenga mucho tiempo, hablando de agilidad, a esperar que las personas se decidan a cambiar».

Por último, Gustavo Picolla, coach ejecutivo en Management y Liderazgo, frente a la pregunta de si me adapto o me voy ante un cambio en la cultura de la empresa, se requiere de un análisis profundo ya que ambas alternativas implican un costo para la persona.

«Si una decisión implica costo, debemos indefectiblemente analizar el beneficio que trae el asumirlo. Y el beneficio a considerar es lo que la persona quiere, su propósito, objetivo, tanto desde lo profesional como de lo personal», detalla.

«Adaptarse implica que la persona debe renunciar o modificar algo de lo que es, o aspira ser, para ser parte de la nueva cultura. Esa decisión, ¿implica alejarse de sus objetivos profesionales? ¿implica dejar de respetar los valores que profesa? Si la respuesta es afirmativa para ambas preguntas, la decisión debería ser irse».

Sin embargo, sigue, «nada garantiza que, por irse, encontrará lo que busca en la primera oportunidad que se presente. El tiempo requiere mantener la calma, tener paciencia y respaldo económico». La pregunta entonces debería ser: «¿Estoy dispuesto a esperar el tiempo necesario para encontrar la empresa que tenga la cultura que quiero?

Fuente: Iprofesional.com  Por Rocío Bravo 08.11.2020